UTOPÍA nº 116: ¡No es hora de religiones, es hora de Evangelio!

La identificación entre Evangelio y Religión es algo tan patente que cuando se le pregunta a alguien por sus creencias, en lo relativo a Dios, se le pregunta si es una persona “religiosa”, no si es una persona “evangélica”. Lo que importa, en nuestra cultura “católica”, no es el Evangelio, es la religión. Y lo más preocupante, en este asunto, es que ya ni se le concede interés a esta cuestión.

El problema capital, que tiene que resolver la Iglesia Católica y las demás Iglesias Cristianas, es la contradicción fundamental en que viven. Esta contradicción consiste en que Jesús vino a este mundo para vivir y enseñar el Evangelio(Mc 1, 15), pero las Iglesias viven y enseñan su Religión. O dicho más claramente: mientras que lo central, en la vida y el ministerio de Jesús, fue el Evangelio, en la vida y ministerio de las Iglesias, el centro no es el Evangelio, sino que es la religión (los ritos, la normas,..). Por lo tanto, se puede afirmar que Jesús centró su forma de vivir y su trabajo en el Evangelio, mientras que las Iglesias se han organizado, se gestionan y centran su tarea en la Religión que viven, practican y transmiten.

Pues bien, supuesto lo que acabo de indicar, lo más fuerte y lo más importante está en que el Evangelio, tal como lo vivió y lo enseñó Jesús, entra inevitablemente en conflicto con la Religión. Lo cual, llevado hasta sus últimas consecuencias, desemboca inevitablemente en un planteamiento que nos da miedo y nos asusta: el Evangelio y la religión, es decir la Iglesia Católica y demás Iglesias Cristianas son incompatibles.

La explicación de esta conflictividad radica en que la religión brota de la necesidad, mientras que el Evangelio brota de la generosidad. Y, como es lógico, la “necesidad” busca y se traduce en “recibir”, en tanto que la “generosidad” es auténtica en la medida en que busca y se traduce en “dar”. Se trata, por tanto, de dos mecanismos contrapuestos. Y en ese sentido, son mecanismos incompatibles. La religión, como respuesta a carencias o necesidades que experimentamos los humanos, es un hecho comprobado por la antropología, que ha estudiado los orígenes del “homo sapiens”. Como se ha dicho muy bien, “lo único que parece seguro es que, desde el principio, los ritos que acompañaron a las prácticas de la caza, el sacrificio y el funeral tuvieron un papel decisivo” en la aparición del hecho religioso y en la búsqueda de Dios. Es decir, en el mundo hay “religión” porque los seres humanos experimentamos “necesidades” o carencias para las que no encontramos solución o respuesta en nuestras posibilidades de este mundo. De ahí que la religión es siempre una “práctica interesada” en la que el ser humano busca algo para sí mismo. Por el contrario, el Evangelio es el proyecto de vida que centra su atención y su interés en las carencias de los demás. Y tanto más, cuanto más necesitan aquellos con quienes nos encontramos en la vida. De ahí, la incompatibilidad entre Religión e Iglesias y el Evangelio.

En este número de UTOPIA queremos reflexionar sobre cómo volver al Evangelio y dejar la Religión. Esperamos que las cuatro reflexiones que hemos preparado nos sirvan:

  • Repensar la Iglesia: volver a Jesús de Nazaret.                               
  • Dos pistas para cambiar el mundo
  • El momento de las pequeñas acciones.
  • ¡Siempre con los pobres!                                                          

Ya lo decía el gran Boff: “Jesús anunció el Evangelio y en su lugar vino la Iglesia”

7 comentarios

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  1. Soy el Javier Dominguez del que dices que te dió una dirección de internet que te sirvió para tu cometario. Tengo ya 92 años y soy un viejo al que ya patinan las ideas, pero tengo muy clara muy postura ante la vida, ante Jesus de Nazaret, ante los ritos religiosos. El título del editorial es chocante y provocativo: NO ES HORA DE RELIGiONES, ES HORA DE EVANGELIO.
    Quiero hacer un comentario por si te sirve. Cuando hace muchos años empezamos a leer a los padres de la Iglesia, sobre todo a los orientales , nos encontramos con un lenguaje provocativo y que nos chocaba a los científicos occidentales. Creo que era San Bernardo el que no me acuerdo donde dice: Dios tiene pies para que tú se los beses. Mi impulso primero de una mente occidental y crítica ES QUE DECIR QUE DIOS TIENE PIES ES UNA BARBARIDAD. Pero ahora que soy viejo y me patinan las ideas beso los pies de Dios y creo que no es hora de religiones sino de evangelio.
    Y estoy de acuerdo y me parece adecuada toda tu crítica e incluso la de Zugasti.

  2. Estimados/as representantes Revista Utopía,
    Antes de dar un pequeño comentario al tema quiero felicitarles con su revista. Veo que están abordando temas de la fe cristiana, de la religión (defendería este concepto ahora mismo) y de la ética frente a los grandes desafíos que estamos viviendo en nuestro tiempo. Soy teólogo holandés trabajando ya unos veinte años en Ecuador y veo que sus aportes son sumamente útiles para nuestra enseñanza en fe cristiana y ética en nuestra universidad católica.

    Estimo que utilizan el término religión en un sentido restrictivo y peyorativo quitándole dimensiones positivas que, también, posee. Allí repitan el estilo de condenación ya ejercido por el gran teólogo protestante Karl Barth unos noventa años atrás cuando intentó defender la unicidad de la fe cristiana frente a ‘las religiones’ o ‘la religión’ que, supuestamente domina a nivel del planeta. Barth se inscribe también en su distinción entre lo que es supuestamente ‘necesaria’ y lo que es ‘gratuita’. Entiendo que la distinción se dirige a su rechazo de una fe católica costumbrista, tradicional que se enfoca en ciertos ritos y dogmas del pasado, incapaz de renovarse ante los desafíos del evangelio hoy. En general los protestantes se demuestran ser mucho más comprometidos y exigentes para los que son sus fieles que la iglesia católica; usted hablará por España, yo pude comprobarle también por América Latina. Pero este énfasis protestante en el testimonio y el compromiso está relacionado, también, con una visión muy negativa de las posibilidades del ser humano de rescatarse del pecado y del mal, y con una condenación de todo tipo de religión e ideología que no sean cristianas.

    Es evidente que su énfasis no está tanto en la fe protestante, sino en la defensa de los estratos pobres y excluidos, en la opción por los pobres’, orientación renovadora y esencial de la fe cristiana en cualquier contexto de la tierra. Ante esta reivindicación del núcleo del cristianismo, encaminado por las iglesias latinoamericanas, teólogos de la África y de la Asia, en un histórico debate en la Asociación Ecuménica de Teólogos/as del Tercer Mundo (ASETT: en sus siglas en inglés EATWOT) de 1975 a 1985, aproximadamente, defendieron el valor de su cultura (énfasis de los africanos) y de sus religiones (énfasis de los asiáticos) sin querer menoscabar la importancia de la opción por los pobres. Anotaron que la innovadora corriente de la iglesia latinoamericana tendía a olvidarse de estas dos dimensiones que pertenecen a la realidad humana. Fue el teólogo sri-lankés Aloysius Pieris (1991 El rostro asiático de Cristo) que anotó, particularmente la connotación arriba señalada de la corriente eclesial latinoamericana con Karl Barth y el protestantismo, pero también con el otro Karl, Karl Marx. Personalmente, estimo que es más importante e intimo la relación de la opción cristiana con el fervor protestante de volver al tiempo primordial de la iglesia primitiva que con el marxismo, pero las observaciones de Pieris siguen siendo válidas y muy interesantes para el tema que optaron discutir en este número de la revista.

    Diría que aparte de la opción para los pobres habrá que tomar en cuenta a estas otras dimensiones de la realidad humana que son la cultura y la religión que también influyen en la respuesta en qué medida una iglesia local, que sea católica, protestante o de otra denominación, logra dar una respuesta satisfactoria a los desafíos de su tiempo. Por tal razón no creo que se debe descalificar el término religión, porque este nos apunta más bien (sigo aquí a Pieris) al contexto soteriológico, al contexto de liberación, a que tod@s las religiones e ideologías aspiran en esta tierra.

    1. Entiende UD bien cuando dice “que la distinción sobre la religión se dirige a su rechazo de una fe católica costumbrista, tradicional que se enfoca en ciertos ritos y dogmas del pasado, incapaz de renovarse ante los desafíos del evangelio hoy”…
      Hace falta más espiritualidad y menos religión,
      Más evangelio y menos religión
      Más Jesús de Nazaret y menos religión…
      Gracias por sus palabras y comentarios.

  3. No creo que Evangelio y religión sean contrarios. Yo diría que son complementarios. Es cierto que los seres humanos experimentamos “necesidades” o carencias para las que no encontramos solución o respuesta en nuestras posibilidades de este mundo. Y es natural que busquemos esa solución si no queremos caer en ver la vida humana como un absurdo. El Evangelio nos ofrece la solución, que no es encerrarnos en nuestras necesidades, sino abrirnos en el amor a Dios y a los demás.
    Y lo mismo podemos caer en aberraciones si seguimos la religión -la iglesia inquisitorial- que si decimos seguir el Evangelio -los evangélicos de extrema derecha-.

  4. Claro y conciso, IMPRESIONANTE

  5. Me gustaría saber la cita lo más completa posible de lo que decía el gran Boff: “Jesús anunció el Evangelio y en su lugar vino la Iglesia”. Dónde lo dijo y ampliar el contexto.
    A Luis Pernía le preguntaría a qué “Jesús de Nazaret”, de la docena que hay, hemos de volver.
    Gracias

    1. Ya manifesté en un comentario anterior mi interés (o, más bien, mi extrañeza) por la frase: “Ya lo dijo el gran Boff: Jesús anunció el Evangelio y en su lugar vino la Iglesia”.
      Me recordaba una frase muy parecida y muy anterior.
      Hechas las averiguaciones necesarias (encontrar dónde Leonardo Boff lo dice), me salio “un doble comentario”, que ya he publicao en mi web.
      El primero se dirigía al autor del artículo:
      ¿Por qué cambia la cita de Boff (Reino por Evangelio)?
      ¿Por qué cita al “copión” (Leonardo Boff, 2001) y no al autor originario de la frase (Alfred Loisy, 1902)?
      El segundo se dirigía al propio LeonardoBoff:
      ¿Desconocía que esta frase ya la había dicho Alfred Loisy en 1902?
      ¿Cometía un “plagio”?
      Y me alargaba con otras consideraciones…
      Si alguien quiere, un “copiar y pegar”: http://usuaris.tinet.cat/fqi_sp04/utopia_sp.htm

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