Reflexión: Qué es eso de la religión

José Luis Marqués Utrillas

A lo largo de la historia las religiones han satisfecho las aspiraciones del hombre dándole un sentido y ofreciendo respuestas a las grandes preguntas. También han trasmitido valores comunes que han servido como criterios éticos de conducta. Aunque les cuesta evolucionar con los cambios científicos y sociales, pueden hacerlo y seguir siendo promotoras y garantes de una ética universal.

Se han dado muchas definiciones de “religión”, un término que hoy no suele gustar ni siquiera a los cristianos, que lo tomaron del contexto romano. Es un concepto abstracto y muy flexible que se entiende de diversas formas según el punto de vista de quien lo menciona. Pero todos entendemos que, a lo largo de la historia, ha habido religiones que han servido de “cosmovisiones”, esquemas mentales con los que se ha querido explicar por qué y para qué existimos. Las religiones, muy variadas según cada tiempo y lugar, han promovido unas costumbres que se consideraban buenas para cada ser humano y para la convivencia. Por eso han promovido una ética y han tenido gran importancia en los procesos civilizatorios.

Transmisión de valores comunes

La arqueología y la paleontología actual dicen que en los últimos 70 000 años el ser humano ha ofrecido señales claras de una vivencia y un desarrollo espiritual. En los últimos 4 000 o 5 000 años la espiritualidad humana se encauzó en las «grandes religiones mundiales», que todavía hoy cubren la mayor parte del planeta.

Las religiones han trasmitido valores comunes e interpretaciones globales. Por eso han estado siempre confundidas con la cultura, con las identidades nacionales y con las etnias. En cierto sentido, las religiones han sido muy positivas para promover una ética y han tenido más éxito que las filosofías y las legislaciones. Las creencias en un ser omnipresente y en un destino tras la muerte han obligado al cumplimiento de las instrucciones éticas, incluso en el foro interno.

Fuente inspiradora

Las religiones han satisfecho las aspiraciones del hombre dándole un sentido y ofreciendo respuestas a las grandes preguntas: qué podemos saber, qué debemos hacer, qué podemos esperar. Han enseñado a encontrarse consigo mismo y con lo transcendente a través de la oración y la meditación. Han sido una fuente inspiradora de música, poesía, mística y multitud de obras plásticas (arquitectura, escultura, pintura…). Han creado instituciones de servicio (benéficas y culturales), cuando no existían las actuales, y les han servido de modelo.

El error de la sacralización

Las circunstancias históricas y los mismos dirigentes las han podido derivar a justificar abusos hoy inaceptables: el miedo, la represión, la diferencia de castas, la esclavitud, las guerras, la superioridad de unos pueblos o clases sociales, del varón sobre la mujer, etc. También ha resultado negativa la tendencia de las religiones a sacralizarlo todo, incluso los moldes en los que se expresaban, y a defenderlo como algo esencial. Por eso mantienen esquemas y hábitos del pasado: el cielo y el infierno, las estructuras clericales, los textos sagrados en su idioma original, la liturgia, las vestimentas, etc. Sobre todo, ha sido contraproducente la alianza entre los poderes religiosos y los políticos, generalmente dictatoriales. Todavía hoy en algunos países la religión forma parte del ideario político de sus gobiernos. Pero no ha sido menos funesto el abuso del poder cuando se han implantado otras ideologías que han pretendido desbancar toda orientación religiosa.

Razón y fe

A lo largo de la historia han surgido críticas a las religiones por la falta de racionalidad en algunas creencias y por el poder que ejercen sobre las personas. La Ilustración valoró la razón sobre la fe; finalmente, el ateísmo filosófico del  XIX quiso descartar las religiones como creencias del pasado, dando como razonable solo lo que proponga la ciencia. A pesar del avance del ateísmo, del agnosticismo y del cientifismo, la mayor parte de la población mundial sigue alguna cosmovisión de tipo religioso.

Las religiones evolucionan y pueden actualizarse para estar más acordes con la razón y la ciencia, conservando lo esencial. Las ciencias físicas y matemáticas no dicen cómo ha de ser el comportamiento humano. Alguien tiene que orientar a las nuevas generaciones para que nuestra conducta sea realmente humana, respetuosa con el planeta y con todos los que lo habitamos: animales y seres humanos de cualquier género, etnia o lugar. Las personas necesitan un referente. Lo buscan en las religiones, las filosofías, las ciencias sociales, los educadores, los políticos, los héroes del cine o los “youtubers”. En unos u otros se pueden hallar pautas de comportamiento que resultarán éticas o no, según ayuden al desarrollo pleno de cada ser humano y a una convivencia pacífica y justa.

Afortunadamente las religiones, que se han mantenido alejadas entre sí, algunas incluso enfrentadas, han empezado a relacionarse en las últimas décadas. En el Parlamento Mundial de las Religiones, celebrado en Chicago en 1993, el teólogo Hans Küng, presidente de la Fundación por una Ética Mundial, lanzó así su advertencia «No habrá paz en el mundo si no hay paz entre las religiones».En ese Parlamento se acordó una DeclaraciónHacia una ética mundial”.[1]


[1] http://www.weltethos.org/1-pdf/10-stiftung/declaration/declaration_spanish.pdf

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