LUGAR DE LA IGLESIA EN UN MUNDO LAICO Y SECULAR

Javier Domínguez 

El artículo 16-3 de la Constitución española dice así: “Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la 56 pg 14sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia católica y las demás confesiones”.

En el régimen de Franco la religión católica era la religión del Estado y las leyes debían inspirarse en la doctrina de la Iglesia. La Iglesia se encontraba cómoda en este régimen y participaba en los organismos de poder como las Cortes y el Consejo del Reino.

La transición a la democracia supuso un tira y afloja entre las dos Españas, que llegó a un Consenso que en muchos puntos clave consistió en llegar a fórmulas ambiguas que se podían interpretar de mil maneras, como por ejemplo “todos tienen derecho a la vida”, que parecía excluir el aborto o que existen comunidades autónomas y nacionalidades y derechos históricos, o que el Senado es la cámara territorial… Este artículo 16-3 fue impuesto por la Conferencia Episcopal, que presentó directamente a las Cortes constituyentes la siguiente frase: “Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y matendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica”.

La Conferencia Episcopal pensó que con esta fórmula ambigua podría exigir al Estado de poder a poder. El Estado no sería confesional, pero tendría que cooperar con la Iglesia Católica por obligación constitucional. Con esto tenían suficiente.

A lo largo de 2.000 años de historia del cristianismo ha habido dos concepciones fundamentales de la Iglesia: La Iglesia como Sociedad Perfecta, aunque siempre ha existido una corriente minoritaria que concebía a la Iglesia como Comunión o “Común Unión”, que decía la HOAC.

La concepción de la Iglesia como Sociedad Perfecta lleva a una juridización (prima lo jurídico), centralización romana (las iglesias locales se convierten en “sucursales” del Vaticano), clericalización (el poder está en los clérigos), autoridad entendida como poder, el poder del Estado debe subordinarse a la moral de la Iglesia (estados confesionales)…, etc.

Para hacernos una idea de lo que ha sido la Iglesia Católica hasta hace cien años en todo el mundo, no tenemos más que fijarnos en las discusiones que se dan en el Parlamento de Bagdad sobre el puesto del Islam en el Nuevo Estado. Estas discusiones se dieron y con la misma virulencia y guerras en Europa no hace tanto tiempo. Europa llegó al Estado Laico. España tardó más.

¿Qué lugar tiene la Iglesia en un Estado laico y secular? Hay dos modelos de Iglesia todavía hoy: el de la Iglesia como sociedad perfecta, completa y cerrada en sí misma, y la contrapuesta a otras sociedades y sobre todo al Estado: es la Iglesia de las nunciaturas, las secretarías de Estado, de los Concordatos… la Iglesia que aspira a influir en el Estado y que conste esto en la Constitución… Este es el modelo de Iglesia que propugna el Opus Dei y la Curia Romana. Fue derrotado en el Concilio pero se ha rehecho de una manera virulenta.

56 pg 15El otro modelo, un modelo que se da ya en bastantes Iglesias, sobre todo del tercer mundo, es un modelo que podíamos llamar de “organización de la sociedad civil”. En este mundo globalizado y tiránico en que vivimos la Sociedad Civil se organiza al margen del poder, sobre todo en las llamadas ONGs. Es una situación jurídica con un mínimo de normas e instituciones, con un poder horizontal, que luchan y trabajan no por conquistar el poder (como los partidos políticos), sino por objetivos concretos altruistas y liberadores. Seguramente la Iglesia debería organizarse de esta manera, con un mínimo ropaje jurídico y una nula participación en el poder del Estado.

El Cardenal Lorsheider escribía en 1989:

“Tras esta presentación de modelos e imágenes de Iglesia nos preguntamos: ¿Qué Iglesia queremos? Ya en Puebla obtuvimos una respuesta que ahora se profundiza… Soñamos una Iglesia que escucha y realiza efectivamente la Palabra de Dios… que testifica, anuncia y celebra la vida de Dios encarnada para  la transformación del mundo, de modo que los corazones y las estructuras se conviertan y se realice el compromiso de todos los cristianos en una acción transformadora del mundo, que sea anuncio, anticipación y sacramento definitivo del Reino de Dios, sacramento de participación del Espíritu del siervo de Yahvé, sacramento de liberación en fidelidad total a Cristo y a los hombres en el espíritu. Sólo así será Sacramento Universal de Salvación”.

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