Colaboración: ¿Qué nos hace pensar en alternativas cuando hablamos de política?

Maysoun Douas

Ante un panorama donde la ciudadanía no ve sus expectativas políticas cumplidas, es necesario plantearse una renovación. Debemos mirar con ojo crítico nuestro sistema político si queremos alcanzar un sistema realmente democrático. ¿Qué está fallando?

Es una pregunta complicada y compleja, y su respuesta no sólo depende de quien la formule: infante, joven, adulto, obrero, médico, ingeniero, padre, madre, político, funcionario, migrante, empresario, estudiante, periodista, etc. También depende del punto geográfico en el que vive cada una de las personas que forma parte de la sociedad: todos definen una lista propia de motivos acerca de la necesidad de una alternativa.

La desafección, la polarización y las crecientes amenazas naturales, migratorias, económicas, digitales y recientemente pandémicas que crean esa percepción de realidad que nos acompaña en nuestra experiencia como ciudadanos, nos hace mirar a nuestro sistema de un modo diferente.

¿Por qué un sistema que hemos elegido no cumple con nuestras expectativas?

Nuestra mirada a la política, así como nuestra relación con ella, cambió en 2008 con una crisis financiera global. Desde entonces, esperamos que sea un reflejo del esfuerzo que cada uno de nosotros y nosotras tiene que hacer para seguir siendo parte de la sociedad: desarrollar habilidades duras y blandas, formación continua, colaborar con el entorno laboral, familiar y social, curarnos de prejuicios para esa colaboración, curas de humildad de todo tipo, generar conciencia individual y colectiva sobre la sostenibilidad y los cambios de hábitos que le acompañan, etc.

Quizás fue esa mirada la que nos llevó como ciudadanos a buscar un rol más activo en la toma de decisiones y aumentar los espacios de participación ciudadana, a impulsar que hubiera una ley de transparencia activa, a no esperar cuatro años para evaluar, castigar o premiar con el voto. O tal vez sea que empieza a arraigarse en nosotros la cultura democrática, donde el sistema de bienestar de los años pasados nos haya dado esa tregua para mirar hacia el futuro con ambición realista, donde sabemos que las cosas no se hacen solas.

Los casos de corrupción

Confiábamos en la política para resolver los problemas comunes, especialmente para gestionar el bien común: impuestos, recursos naturales, defensa de nuestros derechos, libertades, sociedad de bienestar e incluso fronteras y relaciones internacionales. Pero la realidad se impuso: conocimos los casos de corrupción. Vimos políticos cada vez menos preparados para poner soluciones a nuestra realidad. Un sinfín de administraciones, asesores, coordinadores y más cargos que no comprendemos. Pasaba el tiempo y vimos más representantes políticos, pero menos las medidas nuevas para los problemas que el mismo ciudadano veía.

Hasta llegar la pandemia, nuestro enfado con la política era plenamente de desafección: falta de responsabilidad de los políticos, sensación de que quizá pesaban más las condiciones de partido que la lealtad a la ciudadanía que finalmente legitimaba, una cámara parlamentaria muy fragmentada, y unas mayorías insuficientes para gobernar una sociedad compleja. ¿Estamos preparados como ciudadanos para posibilitar una política más abierta a nivel de alianzas fluidas y no depender de mayorías? ¿Será muestra de la despolarización de la sociedad?

Territorio político de participación

Por otro lado, empezamos a ver la fluidez de conceptos hasta el momento muy arraigados en su definición: privado y público, común y propio, individual y colectivo. En la sociedad de la comunicación, de las sociedades sensorizadas y de la digitalización de la vida y su desarrollo ya no es tan fácil diferenciar espacios, competencias y responsabilidades.

Todo ello, nos obliga a mirar con ambición nuestra democracia, nuestro sistema político y las mejoras que necesitamos para dar cabida a una nueva era que nos espera. Busquemos un territorio político donde aquellos que de verdad quieren participar, tengan voz. Una política que recoja nuevas ideas ante un futuro constantemente cambiante, pero con hueco para todos. 

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