Nº 101. El escándalo de los ricos

ricosPodremos entretenernos en cien mil zarandajas o en sesudas reflexiones políticas, sociales, eclesiales o económicas; podremos mirar el mundo y la sociedad de mil maneras; podremos estudiarlo con toda la hondura que nos parezca; llegaremos, probablemente, a mil y una conclusiones y haremos un sinfín de propuestas; pero nada de todo esto será adecuado y cierto ni habremos dado en la clave más humana y evangélica, si no hacemos preocupación máxima de nosotros y nosotras la verdadera realidad entorno a la que vergonzosamente gira este mundo: EL ESCÁNDALO AL QUE NOS ESTÁN SOMETIENDO LOS RICOS.

Esos que están convencidos de que solamente si hay pobres, ellos podrán ser ricos y más ricos; o esos que, siendo ricos, solamente lo son porque están empeñados en aumentar la pobreza. O ¿qué sentido tiene, si no, el hecho de que esta larga crisis desde el año 2008, como otras anteriores, esté generando tan enormes sufrimientos y unos efectos tan devastadores como los que provocan la exclusión, la marginación extrema y el empobrecimiento en personas y familias, con tantos altavoces públicos que lo proclaman o denuncian, sin mover un ápice de su poder, para poner en marcha medidas que puedan ayudar a recuperar tantas vidas rotas?

Sólo voy a referirme a algún dato en el estado español, dado por ellos mismos a través del último informe del Banco de España: “Los hogares con menos recursos perdieron casi un 50% de su renta desde 2008, frente al 11,6% que se dejaron los más acaudalados”; o “en 2008, los más pobres habían logrado conservar una riqueza de 14.000 euros que no solo han perdido sino que además deben dinero.”

Ya que ellos no lo dicen o no lo proclaman con toda la verdad, somos conscientes entre los colectivos y movimientos que trabajan y luchan entre los más empobrecidos que el número de personas en esta situación se ha multiplicado, mínimamente, por dos; es decir, si en 2008 en el Estado Español reconocíamos un millón y medio de personas en esta situación, esta crisis provocada nos habla ya, lamentablemente, de más de tres millones de gentes sin acceso normalizado a lo más elemental.

Y criminalizan y culpabilizan a los mismos empobrecidos por su pobreza; o continúan diciendo que esto tiene necesariamente que funcionar así; o utilizan torticeramente datos y situaciones solamente buscando su justificación e interés; o, en la más extrema de las apreciaciones o propuestas, algunos, llevados por la percepción ciega de una avaricia despiadada, se atreven a asegurar que sobran en este mundo entorno a 4000 millones de seres humanos, y que no hay que escandalizarse de muros, de muertes, de refugiados, de migrantes sin horizonte, de las muchas “Melillas”, o “Tarajales”, o fronteras “mejicanas”, o “palestinas”…, de leyes de inmigración inhumanas que siempre cargan sobre las espaldas de los mismos…, o de cárceles hechas para castigar de manera doble o triple su propio empobrecimiento (el de personas emigrantes, el de personas privadas de libertad, el de personas víctimas de la droga), situaciones con las que otros hacen suculentos negocios, terminando después de años con la expulsión y vuelta de los migrantes a su propio país, a donde, en su mayoría, vuelven avergonzados, con muchas ilusiones fracasadas, con la pérdida de sus familias y con la enorme deuda que contrajeron y nunca podrán pagar.

El mayor escándalo de los ricos es la pobreza de los empobrecidos; es la pobreza que ha generado, y cada vez más, desigualdad. El mayor escándalo para los pobres y excluidos es la sin razón de los que acumulan porque han sido los principales protagonistas a la hora de gestionar política y económicamente esta sociedad. No es por casualidad que “el 1% de los más ricos de España acumula el 20% de la riqueza”, o que “la desigualdad sigue aumentando a pesar del crecimiento de la economía,” tal como recoge el mismo Banco de España.

Nos encontramos en una vuelta atrás de 180 grados, por ejemplo, en acceso a los derechos fundamentales de todo ser humano, comida, techo, salud, educación y cultura. La privatización, que sólo favorece a los del escándalo, ha aparecido de manera devastadora para personas, familias y colectivos en los últimos 20 años, y nada se entiende ya como normal que no sea el que toda acción que se desarrolle no se haga desde lo privado, que supone negocio, lucro y mercado.

¿A qué corresponde el hecho, por ejemplo, de que empresas como alguna de las dependientes de Florentino Pérez, como es Clece, haya entrado en el “negocio” de los servicios sociales desde hace algunos años con el apoyo de los mismos servicios sociales públicos, desplazando a otro tipo de empresas locales que con enorme esfuerzo surgieron como empresas de economía social y comunitaria?

O ¿no es para preocuparse cómo el negocio de la alimentación se está primando sin barreras, económica y políticamente, hacia la agroindustria en detrimento de quienes a nivel local se apoyan en los planteamientos radicalmente opuestos de la soberanía alimentaria?

O ¿qué hemos visto y seguimos contemplando con inmenso dolor en el derecho a la vivienda y el acceso a viviendas sociales de las familias sin techo frente al escándalo de los bancos y, por ejemplo, “los fondos buitre” y otros chanchullos intencionadamente silenciados?

El escándalo aún mayor aparece cuando la connivencia de algunas administraciones públicas, de ayuntamientos, por ejemplo, se manifiesta en decisiones vergonzosas, como la de esconder y hacer “desaparecer” sin ningún remordimiento y medida en justicia, a mendigos y personas empobrecidas que permanecen, sobre todo, en los centros de las ciudades “expuestos” a la mirada del espectáculo del turismo, asentados en espacios vacios o abandonados, en las calles o en cajeros que les dan cobijo, porque no tuvieron otra oportunidad, y si la tuvieron…

El escándalo de los ricos ha de ser el punto de mira en la acción del resto de la sociedad: Defendiendo Rentas Básicas (ellos se van a oponer), porque es camino hacia la dignidad de todas las personas. ¿Es que será más importante el rescate de los bancos que el de las personas? Defendiendo, promoviendo y participando en espacios de economía social y comunitaria o en iniciativas de financias y bancas éticas (ellos dirán que no son viables). Embarcándose en alternativas locales frente a la globalización que tanto dolor ha supuesto y continúa suponiendo con nuestra misma participación e implicación. Poniendo en cercanía los cuidados que necesitamos y nos debemos unas personas a otras. Poniendo voz y lucha común, juntos y juntas, a aquello que ellos llegan a provocar y dividir desde la ambición del peor de los capitalismos, el que aparece como enemigo de cualquier rostro y vida humana. Cuidar el tú a tú, el ser humano a ser humano; el pueblo a pueblo; el vecino a vecino o vecina; el municipio a municipio,…

Y si somos creyentes…, no es momento para priorizar nuestras “batallitas” internas cuando la vida de muchos seres humanos, cerca y lejos, están siendo pisoteadas, y lo único que reclaman de nosotros y nosotras es defensa por la dignidad de ellos y ellas, y de todas las personas.

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