Entrevista a Raul Zibechi

De nacionalidad uruguaya. Investigador social. Analista internacional y responsable de esta sección en el semanario “Brecha de Uruguay”. Columnista del diario “La Jornada” de México. Acompañante y colaborador de diversos movimientos sociales, barriales y medios de comunicación alternativos en todo el continente. Autor de libros como: “Política y Miseria”. “Cambiar el mundo desde arriba”, o “Latiendo resistencia”.)

 

Entrevistado por Emiliano de Tapia

Raúl, ¿existe realmente interés, hoy, por la acción política? ¿Falta formación política? ¿Está desprestigiada la acción política y, por esta razón, no nos atrevemos a actuar así desde los mismos movimientos sociales?

Habría que definir qué entendemos por política. Si se trata de los partidos y de la acción electoral, es evidente que arrastran un desprestigio notable, porque se han separado de la gente común y se percibe que sólo quieren defender sus propios intereses.

El grave problema con la palabra política es que está asociada a la llamada “casta”. Un grupo que tiene sus códigos particulares y su modo de hacer, que son bien distintos a lo que hacen y sienten los sectores populares.

Ahora bien, si trabajas con un grupo de vecinos haciendo compras colectivas de alimentos sanos, por poner un ejemplo, es evidente que eso es hacer política, aunque no en el sentido tradicional. Si tomas ese camino o si tiene una huerta orgánica, estás disputando con la industria de la alimentación y con los supermercados, que es una cadena del poder. Por eso es política.

Continuemos profundizando en el propio motivo del número. ¿Tan amenazadas están las condiciones de vida de esta sociedad? ¿Puedes apuntarnos dos o tres condiciones vitales y fundamentales de la sociedad de hoy que se encuentran amenazadas?

La salud, la alimentación y la naturaleza.

La salud está en manos de monopolios que impulsan sus productos farmacéuticos que, a la larga, dañan a las personas y no las curan. El mejor ejemplo son los antibióticos. Luego de dos siglos de abuso, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que estamos ante el fin de la utilidad de esos medicamentos, lo que va a provocar un colapso del sistema de salud mundial, tanto de la salud animal como de la humana, con todo lo que ello implica.

La comida chatarra que engorda y no alimenta ha provocado una epidemia mundial de obesidad, a través de los alimentos ultraprocesados y las bebidas de cola que sobreutilizan azúcares. Por último, la crisis ambiental es tan evidente que no merece comentarios.

Estamos ante tres formas de crisis de nuestra sociedad que ponen en evidencia que el negocio de acumulación capitalista está destruyendo a la humanidad. Así, sin medias tintas.

Y si entrelazamos condiciones de vida y acción política, ¿cuál ha de ser el horizonte fundamental de esta acción política para cuidar la vida de las gentes?

Ése, cuidar la vida, porque es la continuidad de la vida sobre el planeta lo que está en peligro. El sistema ha llevado a la humanidad hasta un precipicio, pero lo ha hecho lentamente, de forma amable y hasta simpática, a través del consumo, de modo que su gran victoria es haber contenido las disidencias y las resistencias. Por eso tenemos tan poca conciencia de la gravedad de las crisis en curso, porque el consumismo es la anestesia de la humanidad.

Acción política para el cuidado de la vida, haciéndonos eco del título de uno de tus libros, ¿desde arriba o desde dónde?

Sin duda, desde abajo. O, como dicen los zapatistas, abajo y a la izquierda. Eso quiere decir que somos los pueblos, los trabajadores, la gente sencilla, los que vamos a encontrar las soluciones a los problemas, porque desde arriba no podemos esperar mucho.

A la izquierda, porque se trata de asumir valores humanos, solidaridad, antimachismos, antirracismo, y así. Valores y formas de hacer que siempre habían caracterizado a las izquierdas en el mundo, pero que ellas mismas olvidan o dejan de lado cuando se trata de luchar por el poder, que, junto al consumismo, son las dos grandes plagas que están destruyendo a la humanidad.

¿Crees que debe estar presente hoy como objetivo fundamental de la acción política en los movimientos sociales, sobre todo, en el mundo desarrollado, según lo que tú conoces; encontrarse centrados en el cuidado de las personas, defendiendo los derechos innegociables para todo ser humano, es decir, comida, techo, salud y educación?

Sin duda. Pero no me gusta hablar de derechos porque son siempre negociados por otros, o sea, por los políticos profesionales. No creo en los derechos, porque dependen de los de arriba. Ahora, el PP arrasó con muchos derechos. Creo en la acción colectiva de las personas, que es la que va a construir, o sea, autoconstruir, la comida, el techo, la salud y la educación. Cuando depende de otros, de políticos o del Estado, siempre vas a salir defraudado.

Visibilidad de los problemas que amenazan la vida, sí; pero silencio en la lucha por la vida, también. En tu libro “Latiendo Resistencia”, llegas a decir que “el secreto es la condición necesaria para que el levantamiento pueda producirse”. ¿Puedes explicar un poquito este planteamiento?.

En nuestros barrios hay una presencia amenazando, o mejor, muchas. El Estado y sus policías, el capital y sus negocios, y ahora aparece el narcotráfico y los feminicidios porque han demostrado ser útiles para los poderosos. Lo que creo es que el sistema necesita formas de control a cielo abierto, en comparación con formas de control en espacios cerrados como la escuela, la familia tradicional, la mili y la fábrica.

Cuando todo esto entra en crisis, porque los de abajo lo neutralizaron, ahí aparece el narco que consume a nuestros hijos y la violencia contra nuestras compañeras. Se trata, sobre todo, de evitar que los jóvenes combatan el sistema. La pregunta que debemos responder es: ¿Qué harían los jóvenes de los barrios populares si no hubiera narco ni varones violentos? Sin duda estarían peleando, y cómo, contra un sistema que les bloquea el futuro. Por todo esto, hay que luchar en silencio hasta que tengamos la fuerza para sacar la cabeza.

Creo que hacer “escuela de la vida” donde ésta está amenazada es fundamental para la acción política. ¿Cómo  puedes indicarnos tú, Raúl, a los que creemos que estamos obligados a hacer esta “escuela”?, ¿qué debemos hacer para acompañar en el cambio de las condiciones de vida de muchas personas?

Trabajar. Que sean ellos y ellas las que resuelvan sus necesidades. Para eso, deberán juntarse con sus semejantes en trabajo colectivos, porque la marea destructiva es tan fuerte que si eres pobre/negro/desocupada/etc., no pueden salir solos de esta situación. Lo colectivo no es una opción ideológica o religiosa, es una necesidad, porque lo que caracteriza a los pobres de hoy, es que solos no pueden, salvo que opten por terminar presos. El sistema nos coloca en un lugar en el que todo, pero todo, se hace cuesta arriba, incluso lo colectivo. Peor no hay otra. Estamos como los primeros cristianos en Roma, que debían reunirse en secreto en las catacumbas, en cuevas, para que el sistema no los destruyera, porque su religión, sus formas de vida, estaban siendo atacadas.

En los últimos tiempos hablo de que hay que crear “arcas de Noé”, o sea, espacios nuestros, seguros para los nuestros, porque el diluvio está empezando y nos va a arrastrar. Las arcas serían organizaciones propias basadas en la confianza mutua que serán claves cuando el colapso del sistema nos arrastre hacia la muerte que sólo podremos evitar colectivamente.

Finalmente, tienes muy claro en las reflexiones de alguno de tus libros que hay que “ir más allá de las políticas sociales” que tanto tienen que ver con nuestras vidas; de que “los colectivos recorran el camino de grupos para el cambio social y no para el Estado”; ¿movimientos sociales contra las políticas sociales que se ejercen y diseñan en los Estados de nuestro entorno?, ¿qué debemos hacer, sobre todo, en nuestros movimientos, para  cuidar estas opciones?

El problema de las políticas sociales, los cuidados y todo eso, es lo que  definen arriba personas que no dependen de esas ayudas. Me molesta mucho que personas que no utilizan el transporte público, sino el auto, definan las políticas de transporte público. Que los que envían a sus hijos a una escuela privada, definan la escuela púbica, y así con la salud, el techo y con todo.

Las necesidades las conocemos quienes las sufrimos. Entonces creo que las políticas sociales deben ser diseñadas por nosotros y nosotras. Si eso no es posible, entonces estamos ante una forma de dominación, porque nos imponen cosas que ni aprobamos ni participamos en su elaboración.

Creo que la gente organizada en movimientos ya es capaz no sólo de pensar por sí misma, sino también de hacer, de resolver sus problemas más agudos. He visto allí, en Salamanca, huertas urbanas o semiurbanas que son las que abastecen a las personas de los alimentos que necesitan. ¿Para qué necesitamos los supermercados y las ayudas del gobierno si tenemos tierra y manos?

Muchas gracias, Raúl.

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