Utopías de un cura de pueblo: mi terca esperanza

52 pg 9Gerardo Villar

Anguiano (La Rioja)

 El panorama no es fácil. Estoy en unos pueblos muy pequeños. Lo religioso importa a personas ya mayores como elemento tradicional, de conquista de Dios. La fe en Cristo Jesús y en el Dios Padre-Madre nos cuesta mucho descubrirla y vivirla. Está descendiendo vertiginosamente no sólo el número de participantes en lo religioso sino sobre todo el de las personas que quieren seguir un proceso de evangelización.

Por otro lado, el aspecto eclesial diocesano no está para demasiado optimismo.  La línea de pastoral eclesial gira en torno al continuismo, a pensar en recuperar terrenos perdidos, sin enterarnos de que estamos en otra época.

La realidad social, económica y  política es de un fuerte conservadurismo. No está de moda el compromiso continuado y fijo, el arriesgar. No hay voces discordantes. Y escasea la presencia de militantes en este mundo rural. No quiero seguir. Necesito en estos momentos, como siempre en mi vida, hacer conscientes mis sueños de evangelio: mis razones para luchar, para vivir y para esperar.

Ahí van algunas que, día a día, me van acompañando. Es cierto que con presencia desigual; no todos los días las estrellas se ven  con la misma intensidad.

1.-La vida: el vivir día a día. Valoro cada vez más lo presente: disfrutar lo de hoy, lo de ahora. Me cuesta mucho superar la psicología de parchís: esperar que pasen tres jugadas para salir del pozo o de la cárcel en ese juego. Espero muchas veces a que pase esta situación, a que cambien de obispo, a estar en otro pueblo. Eso me impide ser feliz hoy, aquí y ahora, pero intento descubrir, disfrutar y valorar lo que estoy viviendo.

2.-El cambio. No es contrario a lo anterior, es una nueva faceta: cada día descubro más a las personas y sobre todo el evangelio; experimento cambios en mí, en lo que me rodea; siento la pasión de avanzar, descubrir, comprender. Esto me lleva a analizar más, a leer, a abrirme más. Por ello, agradezco muchísimo a personas, libros… que me ayudan a cambiar de época en mí, a construir una iglesia de nueva planta, a vivir el presente.

3.-Los pequeños logros, sencillos como la luz de una luciérnaga:  personas que descubren otro sentido a la vida, que se arriesgan y comprometen, que atienden una asociación de jubilados porque entienden la vida como servicio; personas que sirven y colaboran en todas las cosas del pueblo; personas que el primero de cada mes entregan sus pequeños ahorros para los pobres, y para ello viven una austeridad  profunda; el pequeño éxito de tener análisis clínicos en el pueblo, una trabajadora social…

4.-El futuro que se va construyendo: los servicios que vamos logrando en el pueblo, la feria de la alubia y de la nuez (que supone organizar y decidir), las inquietudes por un agente de desarrollo rural. Algo muy sencillo va cambiando en el pueblo: puestos de trabajo en una quesería, en un fábrica de morcillas… Es el derecho a experimentar que es posible el cambio, porque ya lo vamos haciendo.

5. La contemplación. Voy pasando de rezar a orar. El evangelio me abre nuevos horizontes, veo más la línea del Reino. Necesito orar y contemplar a diario la vida y el evangelio, el evangelio y la vida.

6.-La búsqueda. Cada día tengo más interrogantes en mi fe. La fe no es algo ya conseguido, sino en camino. Cada día se oscurece más la noche y cada día brilla de nuevo el sol. Voy personalizando mi fe.

7.-El equipo de curas. Es fundamental en mi vida; lo espero cada martes: ahí encuentro razones para seguir viviendo y caminos de esperanza; buscamos juntos un estilo.  Y el equipo de seglares de los miércoles. Soy un  aprendiz de cristiano más.

8.- Los inmigrantes, transeúntes…  Creo que no los trato bien, pero me aportan preocupación y saber compartir con ellos. He tenido la suerte de tenerlos en casa.

9.-  La pequeñez: haber dejado cargos oficiales, no contar ante los importantes, ser cura de pueblo. Me hace más cercano al evangelio y saborear el seguir a Jesús.

10.-La desinstitucionalización. Sigo teniendo pinta de cura, pero lucho por ser  cada vez menos institución, más cristiano normal, aunque me cuesta; alquilar la casa parroquial, contar con la comunidad para todo… es una ayuda estupenda.  En el próximo pueblo no quiero vivir en casa parroquial. Sueño y estudio la manera de no cobrar  nómina, pero soy cobarde y sigo cobrando..

11.- La celebración. Me encanta celebrar la eucaristía. Me gustaría celebrarla menos veces, pero cada vez que celebro, la recreo, cambio las oraciones, trato de hacerla nueva. Y me siento centrado, feliz.

12.- Escribir.  Me encanta hacerlo en el diario La Rioja, en La Voz del Najerilla, en Militante, en la Hoja Diocesana.  Es pensar y vivir en voz alta.  Y además me siento compartir con otras personas. Me gusta.

13. El encuentro con personas de otras creencias y con personas que rezan, que se comprometen… Tengo la suerte de estar relacionado con personas de comunidades cristianas de Logroño, y eso es para mí un acicate; me rejuvenecen en la fe.

14.-La familia: mi madre, con su sentido tan recto de la vida y la historia, y sobre todo con su sentido de no ser importante; una ayuda fuera de serie es mi hermana, que trata de comprender y vivir el evangelio desde las personas y la vida.

15.-Las reuniones. Soy hombre de reunión; lo paso muy bien, sobre todo con los ancianos, analizando la historia presente, aprendiendo a leer, quitando miedos religiosos, escuchando su vida y sus miradas.  Es una ayuda para mí el visitarlos el día de su cumpleaños o cuando están enfermos; es un encuentro de cariño..

16.- El teléfono; o el e -mail. Me cuesta, porque cada llamada es una petición, un SOS de alguien que me pide ayuda; pero también a veces es la alegría de un discapacitado que me invita a su boda o de unos amigos que comparten su alegría.

17.-La serenidad. Me interroga mucho el correr de los años y acercarme a la muerte; pero lo vivo con serenidad, con esperanza. Creo que el gran milagro de Dios en mí es éste: que, a pesar de las dificultades, descubro cada segundo nuevas razones para seguir. Y, si no, es la vida misma la que me plantea interrogantes, llamadas, caminos…

18.- La fama: pero no por ser persona importante, sino porque recibo reconocimientos a un estilo de ser y vivir en la lucha; y eso me anima. A la vez, hay muchas personas que me rechazan por ello; pero puede en mí más lo primero.

19.-Sentirme útil: cuando me piden favores, cuando me invitan a compartir experiencias. Eso me anima, me abre, me ilusiona; no por ser conocido, sino por transmitir experiencias.

20.-El pueblo: el mundo rural, con sus dificultades y con sus aciertos  He elegido ser cura de pueblo y además he tenido la suerte de serlo en pueblos pequeños. Y eso que creo que vivo la vida muy de prisa y escucho poco y disfruto poco del pueblo; pero  también es una forma de ser y estar desde mi carácter.

Todo lo anterior está escrito en plan Hechos de los Apóstoles.  Dice allí “que el ángel del Señor soltó las cadenas a Pedro…”  Bueno, pudo ser el herrero del pueblo, que era el ángel del Señor. Veo así las cosas.

Razones para vivir, sueños, ilusiones, utopías…  Me siento dentro de la gran utopía de una humanidad nueva. Creo que, tal vez, voy empujando una milésima de milímetro la historia hacia el Reino. Y eso merece la pena.  Intento pensar, más que en el número de personas que van a misa, en la solidaridad y el compromiso que hay en el mundo para mejorarlo, en el Amor que Dios tiene incluso a los que no le aceptan. Eso sí que es la gran utopía, y desde ahí crece la Gratuidad.52 pg 11

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