Reflexión: Un mundo en evolución

Javier Domínguez

  • Hemos conseguido que una elite de los humanos vivamos con todas las comodidades a costa de que la inmensa mayoría malviva y malmuera sin medios para subsistir
  • El sistema de producir para vender no da más de sí.
  • Marx (y también el PSOE hace ya tiempo) hablaba de lucha de clases, lucha entre capital y trabajo. Ahora estamos en una lucha entre el capital y la vida, que por ahora va ganando el capital. Van ganando Davos, Trump y la Troika.

En los últimos cien años (menos de una décima de segundo en la larga y lenta vida natural de la madre tierra) hemos producido cambios que antes tardaban millones de años en producirse. Y lo malo es que la mayoría de estos cambios han sido para mal de la Madre Tierra.

Hemos viciado el aire que respiramos, estamos exterminado la vida en el mar, donde nació la vida y donde dentro de muy poco habrá más plásticos que peces y algas, hemos polucionado con productos químicos el agua potable, hemos hecho una gran hoguera planetaria que quema petróleo y ensucia el ambiente por miles de millones de tubos de escape, hemos desecado los lagos, estamos acabando con la selva y los bosques, hemos desertificado la mitad del planeta, estamos descongelando los polos, hemos encementado grandes extensiones de terreno en las ciudades, cada vez más grandes y artificiales…

Hemos propiciado un desarrollo económico basado en falsos principios. El falso principio fundamental es que la producción de bienes y servicios debe buscar el máximo beneficio, la máxima rentabilidad. Esto está sustentado por una tremenda falsedad económica: la mano invisible del mercado hace que lo rentable para el propietario coincida con las necesidades de la producción.

Lo más grave desde el punto de vista de la justicia y la solidaridad es que con este sistema de producción hemos conseguido que una elite de los humanos vivamos con todas las comodidades, a costa de que la inmensa mayoría malviva y malmuera sin medios para subsistir

Este modo loco de producir lo hemos vivido hace muy poco: se construyen viviendas, urbanizaciones, ciudades nuevas en mitad del campo; se construyen viviendas porque son rentables; son rentables porque la gente las compra; el precio sube y sube porque sube la demanda; la gente compra para venderlas más caras al poco tiempo; las inmobiliarias se ponen las botas; los particulares se hacen con dos o tres viviendas…, hasta que estalla la burbuja y entramos en una crisis de la que no vamos a salir más que si cambiamos el sistema.

Estamos en una encrucijada.

El sistema de producir para vender no da más de sí. Las máquinas de coser Singer a pedales duraron tres generaciones y todavía funcionan algunas. Eso no es rentable. Lo rentable es vender una máquina de coser que dure cinco años. Así, cada cinco años podré vender otra máquina a la misma persona. Nuestras abuelas cosían los calcetines; ahora sale más barato tirarlos y comprar unos nuevos. Usar y tirar. A esto se le llama sociedad de consumo. Así corre el mercado, se compra y se vende, se hace dinero y la gente vive bien.

El problema está en que la Tierra Madre no da más de sí. Tenemos que cambiar el sistema.

Marx (y también el PSOE hace ya tiempo) hablaba de lucha de clases, lucha entre capital y trabajo. Ahora estamos en una lucha entre el capital y la vida, que por ahora va ganando el capital. Van ganando Davos, Trump y la Troika.

Y la izquierda tocándose las narices.

Tenemos que hacer un plan de emergencia planetario y global que cambie el sistema, y tenemos que hacerlo ya.

 

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