La mujer, ¿asignatura en los centros educativos?

Esther López

El ámbito educativo reproduce las características de la sociedad a la que pertenece. Los roles asumidos a través de la familia, la sociedad, las experiencias y relaciones personales entran de lleno en las aulas. ¿Puede el profesorado poner de manifiesto que muchas veces aquello con lo que la sociedad nos alimenta está lleno de discriminaciones? La tarea no es fácil porque estamos ante la hebra de una madeja de la que vas tirando y vas entrando en cuestiones muy profundas: se van forjando las opciones personales y la propia madurez a la vez que se desvanecen estereotipos realmente intrincados dentro de uno mismo. Y esta es una evolución personal: en las aulas mostramos herramientas y apoyo para utilizarlas, pero la profundidad depende de cada uno. Estamos yendo más allá de los contenidos teóricos tradicionales. ¡Este es el apasionante reto de la educación! Un reto en el que participamos todos: alumnado y profesorado, porque todos estamos creciendo sin tener en la mano lecciones magistrales. Cargados de optimismo, de ganas de trabajar, con la firme convicción de que los cambios son posibles y creyendo que así es la  tarea de educar nos embarcamos en ello.

La historia de la educación de la mujer, con su aparición en los ámbitos educativos reglados, tiene  mucho que ver con los cambios producidos en estos espacios. En 1956 se aprueba en España la Ley General de Instrucción Pública por la que se acordaba el derecho elemental de las mujeres a la educación, aunque se llevó a cabo en escuelas separadas en función de sexo y con asignaturas diferentes. Antes de esta fecha ciertos sectores progresistas habían llevado a la práctica avances educativos incluyendo al sector femenino, pero por cuestiones políticas habían sido acallados. La aparición de la mujer en el campo educativo fue un gran avance. En 1970, la Ley General de Educación y Financiación Educativas establece la coeducación en los centros públicos, que no terminó de hacerse efectiva hasta 1985. Consistía en implantar la escuela mixta sin alteración del currículo en el caso de las niñas, otro paso importante.

Los avances han sido considerables pero todavía hoy no han desaparecido estereotipos que influyen en comportamientos, profesiones y expectativas diferentes en función del sexo. Y en los centros educativos no se produce una excepción, aunque de forma solapada y no expresa: distribución de cargos de responsabilidad, dificultad del alumnado en acceder a determinadas áreas curriculares (elección de carreras universitarias, de ciclos de formación profesional…), etc.

Ante esta situación, ¿cuál es nuestra propuesta? La constancia. Tener siempre presente el tema de la mujer, hablar y trabajar sobre ello, hasta que se convierta algo habitual en el aula. Sólo así afloran matices y se cambian comportamientos. Huimos de doctrinas e imposiciones, y buscamos que el alumnado se cuestione (¡con esto ya estamos satisfechos!) y que adopte posturas personales (¡mucho mejor!).

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¿Cómo lo hacemos? Puedo contaros que a veces es difícil abrir un hueco para estos temas en la vorágine de horarios, asignaturas y obligaciones que el profesorado tiene, pero se puede hacer. Yo trabajo en un Instituto de Educación Secundaria en la asignatura de Lengua castellana y Literatura. El análisis de la lengua y literatura lo dirijo a temas transversales como este, además de las horas de tutoría, los grandes proyectos como el de animación de la biblioteca escolar y las muchas tardes  voluntarias. Si el alumnado se siente atraído volverá al aula fuera del horario obligatorio.

Nuestra programación sobre el tema de la mujer abarca todo el curso. Con los años he descubierto que es muy rentable trabajar y festejar los días específicos de celebraciones, algo a lo que al principio me oponía, así que hay cuatro que ya se han convertido en clásicos en mi Departamento -con lo que aseguramos que llega a todo el alumnado del centro- y se preparan con esmero: Día de la violencia de género (25 de noviembre), Día de la paz (30 de enero), Día de la mujer (8 de marzo) y Día del libro (23 de abril). Las fechas nos ayudan a distribuirnos y centrar el trabajo.

Las actividades para cada curso son variadas y cada vez se les intenta dar un tratamiento más profundo acorde con el alumnado que va pasando desde 1ºESO a 2ºBach. No creáis que son espectaculares. En internet y en las bibliotecas se encuentran muchos materiales, los buscamos y los intentamos mostrar de manera entusiasta. Por ejemplo en este curso hemos realizado murales para los pasillos del centro creados por el alumnado, lo que hace que sean respetados y que otros se interesen por lo que está expuesto. El hilo conductor ha sido mujeres relevantes en las áreas del currículo y tenemos el pasillo lleno de biografías, fotografías, frases célebres de mujeres matemáticas, científicas, literatas, músicas, defensoras de la tierra, etc. El concurso literario del centro este año tenía como tema general la mujer: que el texto tuviera protagonista femenino para los más pequeños y un ensayo sobre la evolución de la mujer en los últimos treinta años para los mayores. Hemos programado los ciclos “Inmigración con rostro de mujer” y “Cine solidario” con charlas, selección de materiales fotográficos, audiovisuales y musicales. Las actividades destinadas al análisis de la publicidad también tomaron la representación de la mujer como punto de referencia. Al ser un tema de trabajo que tiene peso en el centro aparece en otras actividades: obras de teatro, Festival de primavera, blogs de aula, tertulias literarias, etc.

La asignatura de Lengua Castellana me permite el espacio para analizar el sexismo en el lenguaje con profundidad. El lenguaje es importante porque moldea nuestra forma de pensar sobre las demás personas, sus acciones y el mundo en general. Lo que no se nombra no existe, por lo que no debemos ocultar a la mitad de la humanidad. La lengua nos ofrece múltiples y variadas soluciones para nombrar sin excluir, como el uso de colectivos, y  todo depende del contexto: el uso de barras en sustantivos (alumnos/as) y de la arroba (l@s alumn@s) en ocasiones es inapropiado.

La educación lingüística debería contribuir no sólo a la adquisición de una mayor conciencia en torno a los vínculos entre lenguaje y diferencia sexual, sino también a fomentar el uso de las destrezas orales y escritas que nos permiten nombrar a las mujeres y a los hombres de una manera más equitativa, lo que nos proporciona mayor precisión léxica y mayor adecuación referencial. En el instituto prestamos especial atención al uso del lenguaje escrito y oral.

Mi asignatura me permite trabajar intensamente con la literatura. Nos acercamos a ella de forma amplia: clásicos, literatura juvenil, creaciones personales, análisis de canciones, etc. El profesorado del centro explica la historia de la literatura atendiendo a escritoras que tradicionalmente han quedado en la sombra (algunas de ellas causan verdadera admiración  y las utilizamos para impulsar la actividad, por ej. María Lejárraga). Cuando estudiamos los diferentes períodos y movimientos estéticos el alumnado recoge información para un apartado que llamamos “En femenino…”. En esta carpeta personal de materiales también incluimos a lo largo del curso noticias relevantes relacionadas con la mujer: recortes de periódico, fotos… después de que cada uno ha expuesto el porqué de su elección.

Las obras clásicas han sido analizadas por la crítica feminista y educativa y desde hace al menos dos décadas se han sacado a la luz las discriminaciones en la propuesta de modelos sociales. Es  sencillo encontrar información sobre ello. Algunos estereotipos son muy claros: las princesas pasivas, el final matrimonial o una Caperucita devorada por su desobediencia. Sin embargo el mercado editorial ha cambiado el rosa cursi por un despliegue provocador que en muchos casos encierra los mismos valores sexistas. ¿Qué podemos hacer? Leer, leer con los adolescentes, acompañarles para poder destripar junto a ellos los contenidos.

En tutoría trabajamos con materiales preparados por profesionales para detectar la violencia en las relaciones de pareja, discriminaciones de género, herramientas para expresar sentimientos, evaluaciones de comportamientos, etc. Actividades que dan resultado cuando las planteamos a medio o largo plazo.

¿Resultados? No son cuantificables, pero cuando evaluamos encontramos mejoras cualitativas. Nuestro resultado más inmediato es que hemos puesto al alumnado en contacto con este tema, le hemos ofrecido alternativas, está más sensibilizado. Y a partir de aquí las opciones son personales. El alumnado lo evalúa de manera positiva, tanto ellas como ellos, conscientes de que han reflexionado sobre el tema y de que les puede ser útil para su vida fuera del aula. Nos queda seguir adelante mejorando nuestro trabajo. Nosotros ponemos todo nuestro empeño porque creemos que en el contexto educativo pueden generarse cambios significativos que afecten al tejido social.

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