EL KILÓMETRO UNO HACIA UNA NUEVA CONSTITUCIÓN

LA PRÓXIMA ASAMBLEA CONSTITUYENTE EN CÁDIZ

 Nacho Dueñas

Cantautor e historiador

El presente régimen, aparentemente democrático, se está empezando a descomponer, y de su caída va a emerger, a su debido tiempo, un nuevo orden, verdaderamente participativo y popular, gracias en buena parte al huracán que se despertó a partir del 15 M.

Durante estas décadas de electoralismo, la pobreza en la que vivían ocho millones de personas en nuestro país ya se sitúa en torno a los diez; ha surgido una pequeña casta de banqueros y empresarios que apenas paga impuestos, se están ensayando fórmulas ambiguas en dirección a la privatización de la salud; se han recortado los servicios sociales; el jefe del Estado es vitalicio y hereditario; el presidente del gobierno no es elegido mediante sufragio universal; el poder judicial carece de independencia al ser designados los miembros de su máximo órgano por los partidos políticos, que a su vez son estructuras de poder en lugar de espacios de participación; la corrupción ética de la clase política brilla por su ausencia; no ha habido voluntad real para erradicar la tortura ni para evitar nuestra participación en guerras de expolio (Libia, Irak, Afganistán…) que han costado la vida a decenas de miles de civiles inocentes, niños en buena parte; las cárceles y centros de internamientos ofrecen unas lamentables condiciones de habitabilidad, así como un desmesurado número de muertes que no genera alarma social alguna.

Sin embargo, en los últimos meses, cinco acontecimientos han demostrado para quién gobiernan nuestros representantes, y cómo esta supuesta democracia ha perdido la escasa legitimidad que le quedaba:

El primero de ellos es el hecho de que Zapatero, tras afirmar lo contrario hasta la saciedad, y después de ser llamado a capítulo por el poder financiero europeo, se desdijera y virase al neoliberalismo más virulento.

El segundo es la reforma exprés de la Constitución que, aunque técnicamente legal, se hizo por imposición de los mercados extranjeros en flagrante contradicción con el principio de soberanía, en detrimento de los intereses de los electores, sin debate en la opinión pública, aprovechando el tiempo muerto del final de las vacaciones, y en contra de las decenas de miles de ciudadanos que por carta solicitaron, en vano, un referéndum al respecto.

El tercero consiste en que Rajoy, después de haber asegurado lo contrario una y otra vez, subió los impuestos de los trabajadores, que no el de las grandes fortunas, que apenas tributan. Y lo hizo de nuevo a instancias de presiones foráneas y desatendiendo a los ciudadanos, muchos de los cuales votaron por él.

El cuarto es el proceso a Garzón, maniobra merecedora de la condena de Amnistía Internacional y de la perplejidad de jueces y policías, por tratar de juzgar crímenes masivos aún impunes que no prescriben, y por ordenar escuchas a petición de mandos de las fuerzas de seguridad, para esclarecer una presunta trama que podría haber salpicado a una de las dos agrupaciones que constituyen el actual bipartidismo.

El quinto es la persecución por lo penal a los responsables de sobrepasar el techo del endeudamiento. Esto supone imponer el neoliberalismo bajo pena de cárcel, priorizando el pago a los acreedores (los poderes financieros que han generado esta crisis) a la necesidad de atender a los ciudadanos, casi un 25% de ellos bajo el umbral de la pobreza. Sin embargo, grandes economistas como Juan Torres, Viçens Navarro, y los nóbel Krugman y Stiglitz, vienen avisando de que el problema no es la deuda, sino los recortes en una dirección y los rescates en la otra.

Estos cinco flagrantes atentados a la ciudadanía, cometidos tras la aparición del 15 M, son, cuanto menos, una burla al pueblo y a la democracia. Por ello, la gente está reaccionando progresivamente y comenzando a desarrollar iniciativas y despertares que, más temprano que tarde, van a abolir este régimen e inaugurar, ahora sí, una democracia real.

En este contexto, ha surgido en el seno del movimiento de los indignados la idea de abrir un debate en la sociedad para proceder a una ruptura institucional, no violenta por supuesto, para dar cauce a un Proceso Constituyente.

De este modo, se va a posibilitar que la ciudadanía recupere su autoestima, así como su capacidad de autogestión y empoderamiento para, de abajo arriba y mediante multitud de pequeñas asambleas, elaborar su propia constitución.

Ésta será, por tanto, la primera en Iberia cuya autoría directa le pertenezca al pueblo, inaugurando de esta manera una democracia participativa, que supere el actual electoralismo o democracia representativa. Así, no se tratará de tomar el poder, sino de crear las reglas del juego y controlar a los gobernantes. Esto es exactamente lo que ha sucedido en Islandia, donde el pueblo, en pacífica insurrección, ha exigido y logrado la detención de banqueros y políticos, y ha elaborado una nueva Constitución. Y, según el catedrático de Economía Viçens Navarro, es de los pocos países que en nuestro continente está superando la crisis, despreciando las consignas dictadas al respecto por los poderes financieros de Europa.

En referencia a nuestra futura Carta Magna, lo importante no será tanto el contenido (que ya irá saliendo) como el hecho de que el pueblo, en multitud de asambleas, la elabore. No obstante, se podrán ir recogiendo las propuestas emanadas a partir del 15 M, como serían, entre otras, la banca pública, la expropiación de empresas, la separación real de poderes, la tasa impositiva a las grandes fortunas, la renta básica, las asambleas de decisión y presupuestos, el plan integral para erradicar la pobreza, el control efectivo de la especulación, el fomento de la economía alternativa, etcétera.

Para echar a rodar este sueño, que algún día se hará realidad, se convocó el pasado 17 de diciembre en Sevilla una asamblea a modo de punto de partida o Kilómetro Cero. El ambiente fue entusiasta, las ganas de trabajar enormes, y la esperanza inmensa. Se decidió que el primer paso o Kilómetro Uno fuese en Cádiz, los días 17 y 18 de marzo, haciéndolo coincidir con los fastos oficiales que celebrarán una constitución que nació muerta (la de 1812), para olvidar que la actual (la de 1978) nació tramposa y muere de vieja prematura; y para retrasar la inminente (¿la de 202…?) que esta generación va a conocer.

En esos dos días se reunirán en la ciudad andaluza los granos de mostaza, o la levadura en la masa… pequeñas piedrecitas que pronto serán montaña. Brisas y murmullos para despertar un huracán que está surgiendo lentamente…

Rubén Martínez Dalmau, experto constitucionalista, y asesor de los procesos constituyentes de Bolivia, Venezuela y Ecuador, afirmó en Sevilla en la reunión del Kilómetro Cero, que volvía a tener esperanza de que en nuestro país pudiera suceder lo mismo, asegurando en la convocatoria que aquel era “un día histórico”.

Pues ahí vamos, conspirando amaneceres, barruntando utopías, intuyendo huracanes. Como dice Ernesto Cardenal, “sólo los locos calculan quimeras”. Para empachos de cordura, los del actual y agonizante régimen. Nosotros sí creemos en la democracia.

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