COMUNICADO DE LA XIII SEMANA ANDALUZA DE TEOLOGÍA

CCP Antequera

 Durante esta XIII Semana Andaluza de Teología, celebrada durante los días 24, 25 y 26 de noviembre de 2006, unas 400 personas hemos reflexionado sobre la fe cristiana su encuentro con la laicidad,  ese fenómeno social tan denostado por buena parte de la jerarquía eclesiástica. Muchos obispos consideran que la laicidad encierra un hostigamiento a la religión y la pretensión de sustituir las creencias religiosas por una cosmovisión racionalista: el laicismo. Nosotros, cuando escogíamos este tema, partíamos de una apreciación completamente opuesta: la sociedad laica es para los cristianos un nuevo signo de los tiempos.

Efectivamente, a lo largo de estas jornadas hemos ido descubriendo que vivir la fe en medio de una sociedad laica, no es una limitación, sino LA GARANTÍA BÁSICA PARA SALVAGUARDAR EL MENSAJE DE JESÚS. La laicidad no va contra nadie, sino a favor de la convivencia en la libertad, la igualdad y la fraternidad. Estos valores, que tanta resonancia evangélica encierran, y que para nosotros son irrenunciables, encuentran en la laicidad el ambiente imprescindible para poder florecer sin privilegios ni exclusiones.

Los cristianos creemos que el ser humano, creyente o no, con su libertad y su autonomía, es la gran apuesta de Dios. Después de la encarnación, vida, muerte y resurrección de Jesús terminó definitivamente la separación entre lo sagrado y lo profano. Ya todo el universo -casa y moradores- somos vasijas capaces de transparentar la imagen de Dios que acogemos en nuestro interior y, movidos por el Espíritu del Padre y del Hijo, podemos convertirnos en suave brisa o en viento huracanado que, codo a codo con todas las personas de buena voluntad, empujamos la historia hacia su destino final: la fraternidad universal. Las interpelaciones que nos va haciendo esta sociedad laica nos ayuda a profundizar en el mensaje evangélico. Jesús de Nazaret fue una persona laica. Él descubrió a Dios, su Padre, no en el templo ni en las autoridades religiosas, sino en las personas marginadas y excluidas de la sociedad en que vivió. Su forma de vivir y su forma de morir siguen siendo para nosotros la referencia inapelable para acompañar y ayudar a esa muchedumbre inmensa de excluidos en esta sociedad mal globalizada: las personas excluidas de la salud, de la educación, de la vivienda, del trabajo, de los derechos sociales y hasta de un plato de comida diaria.

Y todo esto lo vivimos en UN HORIZONTE INTER-RELIGIOSO cada vez más compartido. La globalización nos lo recuerda y la inmigración nos lo impone. Ya, en nuestro entorno, la religión católica no es la única en pretender la verdad de alguna manera en exclusiva. Todas las religiones lo pretenden y muchas de ellas también se creen reveladas. Aparte de la presencia cada vez mayor de ateos convencidos. Forzoso es, por tanto, que para una posible convivencia vivamos en una sociedad laica compartiendo los valores seculares comunes. Sólo, a partir de ahí, cada iglesia puede hacer su apuesta de visión religiosa respetuosa con las demás y que refuerce las propias actuaciones seculares en busca del BIEN COMÚN.

Las comunidades cristianas, LA IGLESIA, como las demás religiones, desarrollará su misión A LA INTEMPERIE, en medio de todos los hombres y mujeres, sin prebendas y dando testimonio del necesario pluralismo también dentro de ella. Sólo estará sostenida por su fuerza interior y por la contundencia de los valores del seguimiento de Jesús, que no deben identificarse con los “vestidos culturales” que siempre necesitan para expresarse en cada época y lugar.

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