¿CÓMO SE VIVE LA BUENA NOTICIA SIENDO EMIGRANTE?

Alicia López, ecuatoriana (Madrid)

 La experiencia humana de un emigrante se funda principalmente en una realidad concreta: “la confianza” que lleva aparejada consigo a la “esperanza”. Desde aquí una persona se lanza a la aventura de emprender un camino incierto, que implica renuncia y sacrificio, pero en el que sabe, de antemano, que no caminará sólo porque otros lo han iniciado ya.57 Vivir 3

En el contexto de esta realidad humana, la Buena Noticia no es sólo un mensaje más que nos llega como algo puntual, sino que es el mensaje de vida por excelencia, que nos mueve desde muy dentro del corazón, llevándonos a un estado de agradecimiento a Dios y a una necesidad de vivirlo con los demás.  Pero ¿cómo? Pues mirándonos como hombres y mujeres habitantes de un mismo mundo, portadores de derechos pero también de obligaciones, hijos de un mismo Dios, llamados a vivir en amor y solidaridad, respetándonos, acogiéndonos unos a otros, acompañándonos y sosteniéndonos. Y así, de esta manera, suavizar la nostalgia y la tristeza que provocan el vernos separados de nuestros seres queridos, de nuestro entorno cultural, y de todo lo que ha constituido nuestra manera de vivir.

La Buena Noticia es una realidad  que nos mueve y nos lleva más allá de nosotros mismos para superar las fronteras de razas, colores, culturas, condiciones sociales y fundirnos,  así, en abrazos de auténtica fraternidad. Con el mensaje de Jesús no queda más que emprender el camino de la donación gratuita y generosa, no sólo entre quienes necesitamos ser acogidos,  sino también con aquellos que nos acogen. Así se construye en el día a día el Reino de Dios que Jesús con su vida predicó. La dinámica migratoria, vivida a la luz de la Buena Noticia, se convierte en una fuente inagotable de encuentro, en una riqueza única cargada de diversidad y pluralidad.

Para un inmigrante el mensaje de Jesús se vive en completa esperanza de volver a casa, de reunirse nuevamente con los seres queridos, de reencontrarse con las raíces que forjaron la vida de cada uno. Pero, mientras esto llega, se vive también en la confianza de que no se estará solo y con la esperanza de que los lazos de amistad y hermandad que empiezan a atarse con las personas que empiezan a formar parte de la nueva historia, se fortalezcan cada vez más. Desde mi experiencia de inmigrante, el ser receptora del mensaje de la Buena Nueva es una propuesta constante a trabajar por el Reino, pero desde la invitación a los demás. Cuántos más trabajemos y aportemos muchos más serán los frutos.

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