Vivir de otra manera: Trabajando por el bien vivir

Queridos compañeros y compañera: hoy en nuestra sección vivir de otra manera creo que nos ayudará a reflexionar la experiencia de David, un compañero de EQUO Asturias, su forma de entender el Activismo o como el dice la lucha por el “Buen vivir, .Ya lo dice él que no es religioso, y de lo cual me alegro pero es una buena persona, coherente y luchador por la UTOPIA de un mundo mejor, Uy! si va resultar cristiano de base. 

Este es David

Me llama la atención la invitación para escribir en una revista hecha por y para un grupo de cristianos de base. Supongo que algo tendré que contar, pero mi vida está muy alejada de cualquier religión. Aunque viendo el compromiso, los objetivos y el modo de vida de la gente a la que me pidan que me dirija, quizá no me resulta tan ajeno.

He vivido muy de cerca el compromiso con el prójimo de una madre colaboradora incansable de Cáritas, del ropero y del mueblero, impartiendo cursos gratuitos de costura para gente más pobre de espíritu que de medios. También mi padre  trabajó en el mueblero y estuvo disponible para ayudar a la familia en muy variadas tareas. Y me tocó compartir mesa y comida con alguien que llegó a casa pidiendo limosna. Así que sé distinguir bien lo que es la doctrina social de lo que es la religión.

Alejado de la religión

Absolutamente alejado de la religión, de todas, porque considero que todas son falsas y todas han sido utilizadas como formas de ejercer el poder. Pero muy cercano a muchos postulados propios de algunas de ellas. Qué duda cabe que, como dice mi suegro, “de los diez mandamientos valía con uno: ama al prójimo como a ti mismo”. ¿Quién podría estar en contra del respeto al prójimo?

Pero siempre hubo una cosa que me faltó en la religión que me tocó vivir de cerca; me refiero a cómo entender “el prójimo”. Yo no concibo que una persona pueda considerarse buena y respetuosa, si no respeta a los animales y al medio ambiente. Esa forma de espiritualidad apegada a la tierra, al planeta, tan propia de tribus indígenas de casi todo el mundo y que también estuvo presente (lo sé) en algunas personas y corrientes importantes de la historia del cristianismo, me faltaba en lo que veía a mi alrededor. Quizá con el Papa actual me puedo sentir un poco más cerca de la doctrina oficial de la Iglesia, aunque ni siquiera me lo planteo.

2 fases de 25 años

Como el resto de los mortales, mi vida ha pasado por varias fases, que para mi son muy claras, y cada 20-25 años. O sea que ahora con 51 estoy en la tercera fase. En la primera yo diría que fue la etapa de formación muy diversa, con mucha actividad física y viviendo intensamente aficionado a la ornitología, al deporte y a la montaña. Junto con la forma de vida que había entonces, y mi formación como biólogo y aficiones naturalistas, creo que es evidente que tuvieron que influir en ese desapego con la religión.

Me encanta trabajar con niños y eso fue lo que me llevó a enfrascarme en algo que fue mezcla de trabajo, pasión, afición y medio de vida. Unos 20 años de entrenador de natación, casi sin salir de las piscinas, me mantuvieron muy cerca de la gente joven, del deporte y en cierto modo con los viajes. Pero también alejado del contacto social, solo mejorado por el buen criterio de no buscar pareja dentro de las piscinas sino “en el monte”. Y eso también marca, porque los tiempos de asueto, las vacaciones y muchas lecturas siguieron un poquito cercanos a la espiritualidad ligada al medio ambiente, al movimiento ecologista, aunque ahora yo creo que más bien me siento cerca del movimiento verde.

Se acabó el contacto con la chavalería justo al final de la segunda fase y con dos hijos preadolescentes y amantes de las aves y del campo. Justo a tiempo para volver a buscar lo que llenara mi vida y mi actividad física y mental más cerca de la naturaleza, pero sobre todo más cerca de la “buena vida”. Y vaya que si cambió la cosa. Hace diez años solo conocía a dos de las personas con las que me relaciono actualmente (aunque no teníamos relación en esos momentos), dedico todo mi tiempo (fuera del laboral) al activismo permanente en todos los ámbitos, incluido el político. Escribo artículos, imparto talleres y visitas guiadas para todas las edades, cuido un poco de mi huerta, preparo reclamaciones de carácter social y medioambiental, etc….  y siempre en grupos de trabajo colaborativo, en los que procuro no imponer mis energías por encima de las decisiones de grupo.

Me han gustado mucho tres frases que he dicho y oído numerosas veces en este tiempo:

  • Poner en contacto la gente con la gente, y la gente con la tierra.
  • Lo difícil e importante no es encontrar nuevas ideas sino deshacerse de las viejas.
  • Mucha gente pequeña, haciendo cosas pequeñas en muchos lugares pequeños, puede cambiar el mundo.

Y con todo ello vamos poco a poco ayudando a cambiar las cosas hacia una sociedad más justa y respetuosa, encontrando personas dispuestas a tener menos para ser más, dispuestas a compartir y a trabajar sin esperar a cambio nada más que la satisfacción de predicar y de encontrarse con más gente.

El activismo está en todo lo que hacemos, porque son acciones cotidianas que ayudan a mejorar: grupos consumo y tienda ecológica para conseguir comestibles frescos, ecológicos, de cercanías y de comercio justo; cooperativa de energía eléctrica para ir minando el poder de los grandes emporios y dar paso a las energías renovables y limpias; grupo de ciclismo urbano para intentar modificar los hábitos de movilidad y tener ciudades más limpias y seguras; comprar en centros de economía social y colaborativa, para fomentar el empleo justo y la equidad social; grupos naturalistas y de educación ambiental, para estar permanentemente lanzando los mensajes y predicando respeto por el medioambiente y, con ello, directa e indirectamente por las personas; y actividad política para ayudar desde las instituciones a que los cambios en nuestras ciudades sean un poquito más rápidos y bien orientados.

Javier M Andrade

Preocupación por el buen vivir

Desgraciadamente aún hay mucha gente que no entiende que el movimiento verde, ecologista, pacifista, ecofeminista y LGTBI no se preocupa solo de los animales y las plantas. En realidad nos preocupamos del buen vivir. ¿O acaso luchar contra la contaminación ambiental, promover economía social y colaborativa, defender el respecto por el prójimo en el sentido más amplio, velar por la biodiversidad, buscar más la equidad que la igualdad, defender el pacifismo y la igualdad entre todas las personas, desear alimentos y hábitos sanos, pretender vivir en sociedades con espíritu crítico y en conexión con la naturaleza, … no es en realidad “economía del buen vivir”?

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