Vivir de otra manera: La espiritualidad del Evangelio desde la perspectiva LGTBI

Aurelio Lepe

De vez en cuando tenemos voces de una parte de la jerarquía católica que tratan de defenderse de lo que ellos llaman ideología* (o teoría) de género, justificando así su concepto monolítico de familia con padres e hijos heterosexuales. Sin embargo, ¿quién no es consciente de que las familias son diversas y plurales?Pueden ser homoparentales, monoparentales, donde los cuidadores son los abuelos, donde son madres o padres solteros, donde es la hermana o hermano mayor, etc.

A través de la historia, y desde el principio de los tiemposy según las diferentes sociedades y culturas, el concepto de familia ha variado; sin embargo, un sector religioso sigue defendiendo lo que ellos entienden por familia tradicional, es decir, heteropatriarcal y, en consecuencia, una única espiritualidad, la tradicional, la que se adecua al modelo tradicional,sin dejarse enriquecer con la pluralidad de otras formas de vivir el Evangelio desde la diversidad sexual.

El cardenal Cañizares, arremetía contra el “imperio gay” y la “dictadura” de la “ideología de género”. A no pocos les resultaron hostiles tales palabras y le denunciaron. En su defensa salieron posteriormente el ya ex-obispo de Getafe, Joaquín María López de Andújar y su auxiliar José Rico Pavés, comunicando que Cañizares “está siendo víctima de una campaña de desprestigio e insultos verdaderamente inaudita, y todo ello por ejercer su libertad de expresión denunciando el mal que representa para la familia y para la sociedad la ideología de género, el ataque más insidioso a la institución familiar”. A esta lista podríamos añadir un montón de ilustres intervenciones, pero no les vamos a dar publicidad.

Algunos que hemos leído los evangelios varias veces, no imaginamos a un Jesús de Nazaret, quien hablaba y actuaba con libertad, quien rompió tantos moldes de su época, diciendo este tipo de cosas. Es más, no nos cuesta nada imaginarlo celebrando el amor de muchas parejas y familias, diversas todas ellas y excluyendo de su grupo a aquellas y aquellos que vivían su identidad y orientación sexual de otra manera.

El prelado de Tenerife, Bernardo Álvarez, llegaba a decir que “la homosexualidad es algo que perjudica a las personas y la sociedad”.

¿Es así, o quizás son estas afirmaciones las que no ayudan a crear una sociedad inclusiva, diversa, respetuosa, libre y, en consecuencia, una Iglesia que tampoco lo sea. ¿Son sólo pataletas para ponerse a la defensiva ante el creciente número de leyes que van siendo aprobadas para facilitar la igualdad y protección de las personas LGTBI?

Poco han ayudado tales afirmaciones, por ejemplo, al director del colegio Juan Pablo II, de Alcorcón, quien sale en defensa de estos obispos y escribió una carta al inicio de curso a padres y alumnos llamando a la antes citada ley de transexualidad “ley de ideología de género”, tachándola de dogmática, discriminatoria contra quien piensa diferente, impositiva. “El parecido con el fanatismo es inquietante” llega incluso a mencionar. También fue denunciado el caso ante la Consejería de la Comunidad de Madrid, quien encargó al Servicio de Inspección Educativa un informe para ver si procede iniciar un expediente sancionador, y él mismo, inicialmente, manifestó no compartir “el contenido de dicha carta, puesto que manifestaciones de este tipo no contribuyen al buen entendimiento, respeto y tolerancia que son necesarios para el desarrollo de un buen proyecto educativo”.

El pasadoFórum Europeo de Grupos Cristianos LGTB, con más de 30 años de existencia, y recientemente reconocido por el Consejo Europeo con estatus participativo, celebraba un seminario en Budapest bajo el título “Retando el Movimiento Cristiano Antigénero en Europa”; en el mismo participaban representantes de colectivos LGTB y/o por los Derechos Humanos, provenientes de España, Italia, Alemania, Armenia, Eslovenia, Eslovaquia, Moldavia, Suiza, Reino Unido, Bélgica, Hungría, Austria, etc.  En el mismo, se analizó cómo tal movimiento actúa contra lo que designan ideología de género, tratando de imponer un solo y único modelo de familia, modelo contra quien nadie trata de atentar, pero que, en su defensa, algunos representantes de la jerarquía católico romana, de la ortodoxa y otras, y algunos de sus seguidores, tratan de limitar el derecho de otras familias o personas.

La Doctora en Teología Rita Perintfalvi, quien dio una de las conferencias en este Fórum, que trabaja, publica y enseñaprincipalmente en Budapest y Viena, en su excelente exposición, ilustró el fundamentalismo que alimenta al movimiento antigénero, cómo actúa, se nutre, excluye, condena, se opone a la libertad. En sus palabras:

“El escenario más grave probablemente sería, que la guerra cultural que ataca los estudios de género y principales corrientes de género nos llevase a una situación donde a uno ya no le estuviese permitido hablar sobre igualdad de género, o donde ciertos grupos de gente tengan que sufrir incluso más discriminación y odio del que ya han recibido por su orientación sexual. Y quién sabe qué más se oculta bajo esta máscara de ‘Kulturkampf’, cómo es la cara del nuevo fundamentalismo político y religioso en el siglo XXI.

La teología tiene que llevar una responsabilidad social consigo: Si algunos procesos se han establecido en la sociedad para amenazar la igualdad social y dignidad humana, la teología no ha de quedarse en silencio. La fe vivida con responsabilidad es lo que puede liberarnos de la injusticia social, opresión, pobreza y exclusión. Una sociedad justa puede sólo salir adelante si somos capaces de descubrir el rostro del Dios sufriente en el rostro de nuestros semejantes humanos que sufren discriminación. No debemos pasar sin hacer nada”.

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