Colaboración: ¿Pacto educativo sin Laicidad?

Comisión de Laicidad de CCBM, Nov. 2017

La subcomisión creada en el Congreso de los Diputados para alcanzar un Pacto de Estado en Educación ha comenzado este mes de Noviembre sus negociaciones, con el objetivo formal de alcanzar ese deseado Pacto y su traslación a una nueva ley de Educación. De momento sólo han acordado un índice de 14 bloques temáticos, sobre los que debatir. Pero ya este índice resulta muy elocuente sobre las posibilidades de éxito en esa negociación, pues en él las cuestiones sobre laicidad en la Escuela–punto que irónicamente reza como “Enseñanza de las religiones”-ocupan el último lugar. Probablemente porque es un área en la que las posturas son más irreconciliables.

Temas centrales de la laicidad como son la asignatura de Religión, los Centros concertados de ideario católico, y la financiación de colegios que segregan por sexos parecen ya convertirse en escollos casi insalvables para soñar con ese anhelado Pacto Educativo.

Imagen de El Confidencial

Y no es de extrañar. Porque cada modelo educativo responde a un determinado proyecto social y comporta opciones ideológicas muy de fondo. Hoy esas opciones siguen enfrentadas en torno a dos esquemas fundamentales: el de un modelo que concibe la educación como un derecho universal, que aporta equidad social y apuesta por desarrollar en el alumnado un pensamiento crítico y racional; y otro que pretende seguir educando para el mercado, manteniendo el conocimiento dogmático, la personalidad sumisa, el mercantilismo y la desigualdad social. El primero tiene como horizonte avanzar hacia una sociedad mucho más democrática; el segundo, perpetuar el marco heredado del nacionalcatolicismo, como si la transición a la democracia nunca se hubiera planteado.

El estatus de la asignatura de religión ha sido siempre uno de los puntos polémicos de las distintas leyes de educación habidas en democracia (LOECE (1980), LODE (1985), LOGSE (1990), LOCE (2002), LOE (2006), LOMCE (2013). En todas ellas se estableció que la religión debía enseñarse en la escuela, aun tratándose de catequesis confesional, en detrimento de cuantos defienden que las creencias religiosas corresponden al ámbito de lo privado, de la familia y de las comunidades religiosas. Ese postulado ha sido uno de los que más ha impedido el avance hacia el Estado laico al que apunta la propia Constitución.

Las leyes más conservadoras, como la LOMCE, han establecido incluso que la religión tenga tanto peso en el Curriculum como una materia troncal y que la alternativa a la religión sea la asignatura de Valores, como si los aprendizajes de esta materia no fueran  imprescindibles para todos los ciudadanos, también para los que estudian religión. Hoy vivimos la aberración de tener que optar entre formar alumnos buenos o alumnos católicos, nunca ambas cosas. Sin embrago, si la escuela pública fuera una instancia libre de creencias dogmáticas, se convertiría en un lugar inclusivo de encuentro y no de segregación por  tal o cual religión.

A esto se añade el estatus de los profesores de religión, la católica hasta ahora, las demás, de aquí en adelante. Son pagados por el Estado, pero contratados y despedidos por las autoridades religiosas que además dictan los contenidos que se han de aprender.

Mucho nos tememos que, sin resolver estos anacronismos no podrá haber Pacto Educativo. Porque mientras diversas fuerzas de la oposición política –y, por supuesto, los sectores más movilizados de la Comunidad Educativa- reclaman abiertamente avanzar en apuestas democráticas de fondo, el bloque conservador en el Congreso, apoyado por sectores reaccionarios e instituciones como la Iglesia católica, solo buscan una capa de barniz a la Ley Wert, manteniendo la prioridad de la Escuela Concertada, en detrimento de la Pública.

El Pacto Educativo solo será posible si se piensa en el bien común, no en el mercado. No se puede pactar renunciando a la igualdad y la equidad, y cediendo ante quienes prefieren una determinada excelencia para unos pocos, frente al desarrollo equitativo de todos. Y no se puede pactar renunciando a la libertad de conciencia, y permitiendo la educación dogmática que proporciona  la religión en la escuela. La Escuela debe ser una instancia libre de dogmatismos, para convertirse en un lugar inclusivo de encuentro y no de segregación por unas u otras creencias. El derecho a la Educación solo se puede garantizar para todos y todas con una educación pública y laica.

Como es harto conocido, el gran obstáculo a ese modelo educativo, al menos en materia de  laicidad, es la vigencia de los Acuerdos del Estado con la Santa Sede de 1979, un tratado  que la jerarquía católica invoca recurrentemente y que las fuerzas políticas conservadoras utilizan como coartada en contra de la Escuela Pública y Laica. Cualquier avance en materia de laicidad educativa y cualquier posibilidad de Pacto exige, como condición previa, la derogación de talesAcuerdos.

Eso es lo que reclamaremos una vez más el próximo 14 de Diciembre, a las 12.00 h.,ante el Congreso de los Diputados, donde entregaremos las 60.000 firmas recogidas por la campaña “Religión fuera de la Escuela” en la que hemos participado como Cristianxs de Base de Madrid.  ¡Invitamos a todas y todos a asistir a dicha convocatoria y apoyar esa demanda!

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